Inicio del viaje

Es un nuevo día. La luz de la mañana me muestra un nuevo horizonte por visitar, y un par de colinas por recorrer. No reconozco el sitio, pero eso no importa. Me pongo de pie y me desperezo lentamente. Mi mano se pone a rascarme el pecho de forma distraída. No veo la camiseta por ningún lado. Ahora que lo pienso, tampoco están mis zapatillas ni mis calcetines. Gracias a Dios que aún tengo los pantalones. Eso bastará. Cojo la mochilita y me pongo en camino. El rocío de la hierba me moja los pies y me hace cosquillas. Lanzo una carcajada al viento, que se la lleva volando mar adentro. Tras una o dos horas caminando veo una figura sentada en un tocón. Cuando llego a su lado, la figura (un anciano) levanta la cabeza y me mira.

Tras unos instantes de silencio, su boca se tuerce en una mueca de desdén y suelta una risa parecida a un cacareo. "Crees que serás joven y fuerte para siempre, ¿verdad? Pues contempla los estragos de la vejez y desespera." Mi primer impulso fue echar a correr ante la espantosa revelación. Su expresión calavérica y sus descarnadas manos como garras de algún ave espantosa me llenaron de horror. Pero entonces le miré a los ojos y descubrí la realidad de su vergüenza y su odio hacia sí mismo. "No temo a la vejez, anciano, porque ahora que la he visto cara a cara he descubierto que el horror no está en la vejez misma, sino en el carácter de cada uno. Así, no he de temer el paso del tiempo, sino que debo procurar vivir mi vida según mi carácter, y todo irá bien. De eso estoy seguro." Entonces el viejo se estremeció y pareció encojerse. Continuando mi camino miré hacia atrás un instante y vi que el anciano ya no estaba, y en su lugar una voluta de humo oscuro se deshilachaba en el viento.

Líneas en la arena

Un niño pasea por la playa con su perro,dejando sus huellas en la arena mojada. El niño inunda el aire con sus risas jóvenes y despreocupadas. Al cabo de un rato coge un palo y empieza a trazar dibujos en la arena. Dibuja un par de monigotes y después intenta dibujar a su perro. Se ríe de su resultado, y más aún cuando el perro se acerca y contempla su retrato. El niño lanza el palo y el perro lo persigue incansable. De pronto, el niño lanza con demasiada fuerza y el palo pasa por encima de unas rocas. Aun así, el perro, un joven animal de pelo lustroso y negro, corre mojándose las patas para recuperarlo. Sin embargo,esta vez no regresa. Al principio el chico llama a su amigo entre carcajadas, y trota hacia las rocas. Poco a poco el jovencito empieza a asustarse, y llama al perro con más insistencia. Al llegar al otro lado de las rocas se encuentra a su amigo, ileso pero inmóvil, frente a una enorme placa de granito. El chico se acerca a mirarla. Al principio cree que se trata de una broma, pero cuando termina de leer se convence, está convencido de haber encontrado la prueba de la existencia de Dios, el Dios del que ha oído hablar a sus padres, a los poetas y a casi todo el mundo. El creador de su mundo existe, y su firma, pequeña en el ancho mundo, se encuentra allí, en esa playa que no volverá a ver jamás, que rehuirá sus esfuerzos por encontrarla, esa playita errante, que ira vagando por el mundo, enseñando su silencioso mensaje a todos por igual, jamás dos veces en un mismo sitio.