Llegamos hasta la moto. Eso en sí ya fue una hazaña, teniendo en cuenta la situación, que no había sabido prever y que había terminado por estallarme en la cara. Pero ¿Cómo iba yo a saber que en el único supermercado de la zona habría una chavalina con un arma de fuego? En fin, que subimos a la moto y nos dispusimos a irnos, pero de la ciudad salían hordas de esos tipos, y yo no me sentía muy inclinado a volver sobre mis pasos, así que dudé un momento y la cosa se jodió todavía más. La chica se puso nerviosa o algo así, y disparó otra vez. Casi al instante oí ruidos detrás de nosotros. Dentro de la gasolinera había más, y el ruido les debía haber llamado la atención. Cada vez más rodeados, como en los viejos tiempos, cuando nadie estaba preparado y las cosas estas eran una novedad inesperada.
Sin otra opción, volví a la carretera de la que había venido y me alejé lo más deprisa que pude. La chica iba delante, y yo la tapaba con mi cuerpo, impidiendo además que siguiera disparando inútilmente. A los veinte o treinta kilómetros de la ciudad paré el motor. Bajé de la moto y me encendí un cigarrillo. Ya casi no me quedaban, y con el numerito de hacía una hora se me había olvidado coger más. Con el mechero todavía en la mano me volví hacia ella.
-Supongo que no hace falta que te diga que lo que has hecho ha sido una gilipollez del mayor calibre posible, ¿Verdad?
Giró la cabeza hacia mí con los ojos muy abiertos. Despacio, como a cámara lenta, frunció el ceño y abrió la boca para gritar.
-¿QUÉ? ¡Si no fuera por mi te hubieran matado!- La indignación estaba haciendo que se pusiera roja, de una forma tan infantil como encantadora.- Para que lo sepas, te he salvado la vida ahí atrás.
Fue muy descortés, lo admito, pero no pude aguantar las sarcásticas carcajadas que me brotaron al oír eso ni la mordaz contestación.
-Oooh, es cierto, perdóneme, Teniente, había olvidado que la mejor estrategia a seguir era de la de gritar aterrorizado y disparar a discreción, ¡Atrayendo a todos los hostiles de la zona a ser posible! Es verdad que estoy hecho un zoquete.- Me puse serio- Que sepas que la próxima vez que hagas eso te golpearé con la culata de mi pistola y te dejaré sin sentido y a su merced, ¿Te parece?
Reconozco que me encantó ver como se ponía roja como un tomate y abría y cerraba la boca como un pececillo enfadado. Cuando le volvió la voz estuvo gritándome un buen rato, aunque yo ya había desconectado en previsión. Arranqué la moto y aceleré con el freno puesto, y dejé que el rugido del motor ahogara sus palabras, mientras hacía gestos de que no oía nada. Suena infantil y lo fue, pero me divertí mucho. Cuando paró a tomar aire le tapé la boca con la mano, la amordacé con un trapo y le até las manos.
-Te voy a subir a la moto y los dos nos vamos a ir de aquí. Iremos a un refugio que conozco por aquí cerca y charlaremos tranquilamente. Si tienes alguna objeción dilo...
Intentó decir algo pero la mordaza se lo impedía.
-Ya imaginaba que no tendrías nada que decir.
Arranqué y nos dirigimos a las montañas.
tienes que escribir una historia sobre una batalla épica entre dos pueblos milenarios en la cual solo este permitido usar armas confeccionadas manualmente. ambos pueblos adorarian al arma perfecta, el spray divino. seria altamente surrealista y gilipollescoxD no sabia que escribieras, pero lo haces muy bien;) suerte!
ResponderEliminarYa llegará,ya llegará.
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