Es, sin embargo, en estos días en los que los verdaderos luchadores destacan. Cuando todo se pone en contra, el luchador no se desanima. Cuando besa la lona, el luchador no piensa en la derrota, piensa en levantarse y darlo todo por llegar a la victoria. El luchador no siempre nace, también se hace. Se hace con constancia, no dejando que nos amilanen los obstáculos, no desfalleciendo. Sí, uno se puede convertir en un luchador. Todos lo llevamos dentro. Así que la próxima vez que caigas no esperes a que nadie te recoja ni te quedes mirando el suelo, da la vuelta y mira al cielo, agárralo con las manos, con los dientes, atrápalo, no lo dejes escapar y tira para ponerte en pie. A un luchador no hay quien le gane. Seamos luchadores, luchemos día a día.
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