Aroma de cerezo

Miro a mi alrededor y lo que veo no es otra cosa que un erial desolado. Alzo la vista al cielo y lo que veo es un sol moribundo que se esconde humillado tras las lejanas montañas de escarpadas cumbres y acerados brillos. Grito en mi desesperada soledad en busca de alguien que me escuche y comparta mi carga, tan pesada que me hace andar doblado. Camino sin rumbo fijo en el baldío que es ahora todo mi mundo, cuando llego al final. El final de un camino, el final de todos los caminos.

La grieta.

Siempre llego a la grieta, día tras día en mi monótona tristeza. No importa hacia dónde camine, si me guío por el sol o por las estrellas, incluso aunque intente deliberadamente evitarla, siempre aparece. Aparece todos los días en el mismo momento, siempre llego a ella a las 12:34 exactas. Mi viejo reloj de pulsera me lo indica así todas las noches. Creo que significa que la grieta está a la misma distancia en todas direcciones. Es curioso, sin embargo, que nunca se vea la grieta hasta que estoy encima de ella, casi cayendo. A la mañana despierto y no está. Sólo está el raquítico cerezo muerto hace tanto, tanto tiempo como llevo aquí.

En mi interior sé que busco la grieta. La persigo incesantemente sin acabar de desearlo. Quizá la grieta es la salida de este lugar. A veces pienso en saltar al otro lado, pero entonces parece ensancharse y desisto. Otras veces pienso en dejarme caer y acabar, aunque algo me dice que ahí abajo no está el final sino el principio.En realidad uno de mis mayores deseos es ver las montañas, esas montañas que se tragan el sol cada día. La grieta me frustra hasta en eso. El cerezo me insta a irme, cuando me acuna bajo su escurridiza sombra.

Sin darme cuenta me he sentado al borde del abismo, con las piernas colgando. Siento como si me llamaran a casa desde abajo. La puerta está abajo, me dice mi corazón. Bajo la anhelante mirada y escruto la oscuridad pensativo. Necesito una llave. Me pongo en pie y miro estúpidamente alrededor. De pronto, un brillo tiznado de rojo me toca las pupilas. Una gastada llave de metal, que vibra expectante en mis manos. Es la señal que necesitaba. Doy un paso, uno sólo. Un paso sobre la oscuridad y una caída larga como una vida. El cerezo ha vuelto a florecer, y el viento trae su aroma y sus flores desde la lejanía...

4 comentarios:

  1. El primer párrafo está lleno de adjetivos en "do" y "da". Me gusta más cuando describes que cuando calificas. Cada día, tira las primeras líneas a la basura y luego dejate fluir. Mejoras cuando aceleras.

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  2. ¿Vamos a salir de la grieta o ya hemos acabado?

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  3. Gracias anónimo 1 por tu sugerencia, lo tendré en cuenta. Si estáis interesados en colaborar, decidlo, no tengo ningún problema.

    Anónimo 2 ya puedes leer la siguiente "entrega".

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  4. Gracias por tu oferta de colaborar. Quizás algún día. Somos algunos amigos (Anónimo 1, An. 2 y un par más) que seguimos tu blog entre otros. Comentamos y nos gusta que sepas que andamos por ahí, presentes pero sin tocar las narices.

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