Paseaba tranquilo bajo la pálida luna de invierno. El frío viento soplaba inclemente a su alrededor, levantando en el aire volutas de la nieve recién caída. Se quedó quieto unos instantes, contemplando su aliento helado en el aire y la nieve pegada en sus botas. Una ráfaga de viento más intensa de lo normal agitó las sombras de los árboles frente a él. La luz de la farola a su derecha parpadeó un momento, expectante; luego se apagó. Pateó un par de veces en suelo para entrar en calor, mientras contemplaba las sombras reunirse en el camino. Un gato maulló en la distancia. Se preguntó por qué el gato estaría fuera en una noche como aquella. Quizá por una chica, como él. Se sintió súbitamente identificado con el gato, de forma irracional, quizá ambos compartían la misma situación. Para entonces las sombras ya habían acabado de reunirse, y una figura se erguía ante él. Sus ropas eran blancas, y bajo la luz mortecina de la luna su aspecto general era el de un espectro o una estatua de nieve. Un escalofrío que no tenía mucho que ver con el frío le recorrió la espalda.
-Un color muy apropiado.Dijo, rompiendo el silencio nocturno.-Te esperaba de negro.
La figura pareció percatarse por primera vez de su presencia allí, le miró con algo similar a la curiosidad pintado en sus profundos ojos grises.
-El negro no me favorece. Me hace demasiado delgado.-Su voz tenía una sonoridad curiosa, como si no utilizase el aire para comunicarse y resonase en la mente como un coro de tonalidades diferentes.No parecía ni masculina ni femenina, sino más bien una mezcla.-Si no me equivoco tienes algo de lo que hablar.
Dio un par de pasos hacia su interlocutor, con una gracia felina. Cuando se situó en un lugar concreto, L. pudo observar que era delgado, atractivo como un placer prohibido, pero que había no obstante algo aterrador en él. A la luz de la luna su cara parecía como de cera, y los altos pómulos y la afilada nariz quedaban muy resaltados.
L. flexionó las manos dentro de los bolsillos de su largo abrigo y respondió.
-No te equivocas. Y sabes bien lo que quiero.
El otro se acercó a él, rodeándole. Se situó a su izquierda, muy pegado.
-La quieres a ella, ¿verdad?-Con un dedo frío como el mármol le acarició la cara, sonriendo maliciosamente.L. no se movió. Con la voz entrecortada respondió que sí.Fue apenas un susurro, pero a la distancia que les separaba fue como si hubiera gritado. El hombre de blanco se separó de él con rapidez lanzó una carcajada estridente hacia el cielo, que resonó obscenamente durante varios segundos, burlándose de L. desde todos los lugares a su alrededor. Éste se mantuvo quieto, sin respirar apenas. El otro parecía súbitamente encantado, y reía y daba vueltas en la nieve mientras murmuraba,la quiere, la quiere, la quiere... Fue entonces cuando L. se fijó en que el otro sólo llevaba un traje de ejecutivo, con mocasines. "Realmente no me extraña", se dijo."¿Por qué habría él de sentir frío?"
Tras un rato de girar y reír, el hombre de blanco se sentó en un banco cercano, mirando hacia el lago congelado. Le miró y le hizo una seña para que se sentara. L. se acercó, pero se quedó de pie.
-La quiero a ella.-dijo seriamente. ¿Qué tengo que dar a cambio?
El otro rió suavemente y preguntó a su vez:
-¿Estás dispuesto a morir por ella?¿A vivir sin ella?¿A verla pero no tocarla?
L. no titubeó.
-Sí.Sí.Sí.
-¿Crees que no me han suplicado esta gracia durante miles de años, gente mucho más importante que tú? ¿En qué eres diferente?- Se puso en pie.-Aquiles pidió por Patroclo, y estuvo a punto de librarse él mismo;muchos pidieron por Arturo el Pendragón, y no obtuvieron respuesta. Lenin quiso conservarse siempre, pero acabó momificado,muerto, pero conservado. Vamos, si hasta Disney lo intentó. Pero-levantó un dedo.-todos fracasan. No siempre se consigue lo que se quiere, y muchas veces aunque se consiga no es del modo que uno desea.
El aire se hacía más gélido por momentos.L. tenía escarcha en el pelo y se le estaban empezando a formar cristalitos de hielo en la nariz. Ahí estaba, cara a acara con la Muerte, Mr. Muerte en persona.
-Eh, bueno...¿Cuál es la forma habitual de resolver este tipo de situaciones?
No se le ocurrió nada mejor.
-Ja,ja,ja.-Su risa no era demasiado agradable, seca y estridente.- Ya empezaba a pensar que te ibas a echar atrás...
Hizo un leve gesto con la mano y una silla apareció frente al banco. L. se sentó.Un tablero de ajedrez muy elegante, con cuadros rojos y beige se mantenía suspendido en el aire entre ellos.
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